jueves, 14 de octubre de 2010

Jóvenes promesas

Barcelona, 15.20 de la tarde, restaurante Balthazar , menú diario a 9.80 euros  por cabeza, mi mejor amiga, dos antiguos compañeros de la universidad y yo. Los cuatro politólogos.  Por muy raro que os parezca, ser un politólogo no es un insulto, aunque pueda parecerlo. Hace cinco años,  yo y unos pocos iluminados más coincidimos en la universidad y nos disponíamos a estudiar Ciencias Políticas, cada uno de nosotros, algunos más modestamente, otros de forma totalmente abierta y fruto de nuestra prematura edad, queríamos gobernar el mundo, ser los futuros súper héroes que acabaríamos con las dictaduras, la corrupción e instauraríamos la paz mundial de una vez por todas, en resumen, Obama se inspiró en nosotros cuando elaboró el famoso “yes we can”.

Han pasado cinco años, y poco a poco, cada uno de nosotros hemos ido encontrando nuestro sendero, o el que creemos que es el nuestro. Durante la comida, no dejaba de pensar en el entusiasmo que mantenemos aún por hacer las cosas bien, por mejorar el orden ya establecido, me ha recordado a esas conversaciones que manteníamos entre clase y clase, mientras unos fumaban el cigarrillo, otros mordían el desayuno y  yo hacía ambas cosas.  Siempre había creído que alguno de nosotros llegaría muy lejos, y aún lo sigo creyendo,  no necesariamente el más inteligente, sino el más listo, con la sonrisa más grande de todas y las ganas de comerse el mundo, o mejor dicho, de gobernarlo.
Hoy me siento delante de dos de ellos, un rubio con unas modernísimas gafas Givenchy, el último grito en el mundo de la óptica, y un moreno  sin lentes que dice querer comprarse unas sin cristal, ya que le hemos provocado envidia con nuestras monturas  a lo Woody Allen.  Son jóvenes promesas, están dispuestos a dejarse la piel para hacer de Catalunya un país con una mayor cultura política, quieren prestigar la política catalana,  y yo les respondo que si ellos entran en ella ya habrán conseguido, como mínimo, hacerla más atractiva.
Yo y mi amiga continuamos observando, y de golpe nos vemos devorando nuestro plato y las bravas del centro de la mesa, mientras los dos figurines dicen quedarse sin hambre.  Uno me dice que los nervios le quitan el apetito, y no es por menos, está a punto de conseguir ser el diputado mas joven del Parlament de Catalunya, con tan sólo 24 añitos. El otro, persona admirable el cual me cuenta que estuvo a un paso de perderse y dejar los estudios, es un politólogo especializado en las nuevas redes sociales, nuestro genio en internet y nuevas tecnologías aplicadas al mundo político, un perfecto candidato para estar en mi pódium de triunfadores.

Acabamos de comer y sigo pensando en lo maravilloso que es tener a esas bellísimas personas cerca, las cuales han compartido contigo apuntes y tardes de estudio, y, ahora siguen contando contigo. Nuestro futuro candidato está muy seguro de sí mismo, pero quiere que estemos a su lado, y allí estaremos, porque el mero hecho de saber que nuestro apoyo es útil para él, ya nos hace grandes, nos hace sentirnos un 10% diputados.  Por otro lado, el rubio de gafas molonas, probablemente no sabe que con su cautela, y grandiosidad en las palabras, va a llegar muy lejos.  
Salimos del restaurante, mi amiga y yo caminamos hacia el coche una al lado de la otra y nos planteamos en silencio nuestro futuro, no podemos evitar envidiar el de nuestros compañeros, pero sabemos que el mero hecho de estar esta tarde con ellos, ya nos ha enriquecido, y aprendemos la lección una vez más. Luchar por lo que queremos, pero antes, ir a votar el  28N.

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