miércoles, 6 de octubre de 2010

Al cuerpo hay que forzarlo!

Cuando llega el otoño, es momento de la vuelta al cole, la vuelta al trabajo, la vuelta al levantarnos pronto y la fantástica vuelta al gimnasio. Cada año decido volver al gimnasio en septiembre, sin embargo, cuando llegan las navidades, no sé por qué motivo de causa mayor, he sustituido el gimnasio por el centro comercial, o por Cosmpolitan TV. Este curso, he decidido poner fin a tal aberración fruto de la más grasienta holgazanería, ¿Cómo? Apuntándome a clases, y por lo tanto, teniendo la obligación de ir. 
Hemos crecido con la ley del castigo, es decir, si en el colegio no hacíamos los deberes, nos ponían falta, si gritábamos a mamá, nos castigaban sin poder ver a Doraemon,  también en la vida de los adultos, con la diferencia que  los bancos cogen el relevo a los padres y profesores con las dichosas hipotecas:  si no la pagas,  te quitan la casa, los muebles, el coche y consecuentemente la respiración. Por lo tanto ¿Qué mejor que contratar a alguien para que te obligue una vez más?
Sin embargo, aquí entra la poca voluntad de la especie humana. Si siempre tenemos una pistola apuntándonos en la nuca con el fin de que hagamos las cosas, lo haremos todo, ya que no querremos que nos disparen, pero nunca podremos decir haber hecho algo  que requiere esfuerzo por nosotros mismos, sin la presión de nadie, a voluntad. Aun así, no toda la culpa es nuestra, vivimos en una sociedad pensada por y para gandules, estamos atados a unas reglas que nos obligan  intrínsecamente a tener poca voluntad, ya que todo es infinitamente fácil; ¿quieres una pizza? Llama por teléfono  ¿perder unos quilos? Cómprate un vibratronic, ni se te ocurra salir al mercado a comprar productos para elaborar tu propia pizza ni mucho menos levantar el trasero, ponerte las bambas y salir a correr. Bienvenidos al progreso, o mas bien a la era “standby”, “salir de casa me sienta mal”,  pero eso sí, a la moda, con un Blu ray y un televisor Sony  bravia de última generación.
Obviamente no se trata de generalizar, conozco personas a las que admiro, que no se rinden nunca,  con un espíritu no sólo luchador, sino triunfador, ya que se proponen retos y los consiguen, eso sí, a base de haber luchado antes contra la pereza y  sacrificado ciertos placeres mundanos que muchos no seríamos capaces de ignorar. Este es mi caso, ¿sacrificar un mes sin comprarme nada para poder ir de viaje el mes siguiente? Negativo, el resultado es comprar y el mes siguiente viajar, y el tercer mes? no salir de casa, este es mi castigo. Y, una vez más este curso he sido fiel a mi ley y me he dado cuenta cuando mi entrenadora de aquagym me ha dicho: “tu me pagas para que yo te putee” y efectivamente así es, ya que una, nunca se va  a “putear “ a sí misma.  

deliciosos placeres momentáneos...

...o  tener un cuerpo de vértigo ( adriana Lima), espectacular.

¿Qué elegís?

3 comentarios:

  1. m'agrada molt com escrius. desconeixia aquesta "faceta" teva...despres de tants treballs de "el efecto del voto femenino en la igualdad de género" l'escriptura creativa sembla que no acaba de sortir....carlins, felicitats!

    voto por las placeres momentáneos! jajaja

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  2. jajaaja, moltes gracies Andreita! esta clar que temas com el voto femenino, no minspiraven massa... x cert, tinc ganes de veuret!!

    mil besitos ;) i yo tmb voto pels cupcakes!

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  3. yo creo que se puede tener todo! los placeres momentáneos pueden venir siempre que sean pocos y pues eso...(en ciertos momentos).

    puedes tener una vida marcada, estricta y algo monótona durante la semana y disfrutar del fin de semana (viajes, tiendas y dulces)... Lo bonito sería disfrutar de todo en cualquier momento, sea lunes o sábado...pero realmente eso nos gusta?

    yo me qdo con mi rutina...mis achuchones a última hora...y cmo no el tio de la pistola siempre en la nuca! yo me quedo con la cuotidianidad siempre que haya un fin de semana para disfrutar! ;)

    lur

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