jueves, 28 de abril de 2011

Me caso...no me caso...

Ya está todo preparado para la gran boda Real británica. Después de un largo romance con algún que otro bache en el camino, Kate Middelton contraerá matrimonio con el hijo del heredero a la corona de Inglaterra, el Príncipe Guillermo.

Hace nueve años viajé por primera vez a Londres, era una joven adolescente enamoradiza e inexperta a la cual le encantaban los chicos rubios de ojos azules, cosa que no hubiera sido así si fuera sueca. Obviamente, lo primero que hice cuando vi una tienda de souvenirs fue comprar una postal del principe William, quien encarnaba todo lo que yo quería de un hombre: ojos azules, rubio y por encima de todo, príncipe. Él es el príncipe de cuento que podría ser protagonista de cualquier película de Disney, desde la cenicienta a blanca nieves, pasando por la bella durmiente. Sin embargo, y a pesar de mi juventud y talante soñador que me caracteriza, sabía perfectamente que no sería yo la futura nuera del principe Carlos, una pena.


La pareja perfecta

Han pasado los años, sigo creyendo en el matrimonio y en los príncipes, pero ya no en los azules, ahora creo deber conformarme con los de sangre roja, como la mía. Aún así, tuve un rayo de esperanza cuando una plebeya se convirtió en princesa de España, pero lo pasé por alto y aquí estoy tocando de pies al suelo y buscando al príncipe de sangre roja. Es duro salir a la calle y escuchar a la gente decir que ya no creen en el matrimonio, que es una simple conveniencia social que podríamos pasar por alto, pero es curioso comprobar como caen muchos en dicha conveniencia. Tal vez debería reinventarse el matrimonio, hacer como en la moda, donde un pantalón pitillo de esta temporada, no es el mismo que el de los años 70, sino que está adaptado para no parecer anticuado. Pues lo mismo en el matrimonio, ¿por qué no hacerle un reestiling? Hacer que la gente vuelva a creer en él mediante un seguido de normas adaptadas a los nuevos tiempos o a los nuevos miedos causados por la propia costumbre. ¿miedo a la unión para toda la vida? Muy bien. Pues ¿por qué no hasta que el desamor os separe, en vez de: hasta que la muerte os separe?. Qué frase más deprimente, pensar en la muerte. ¿miedo a la fidelidad? Pues dejarlo en amor y lealtad.

impecable vestido de novia, de Alexis Mabille.

Tal vez sea una locura o transgresión social, pero estoy segura que si una nueva religión saliera cantando estas reeinvenciones, mas de uno se apuntaría al carro de la unión , nada mas y nada menos, de dos personas que en ese instante, se quieren. Sin pensar en un futuro tan lejano como la muerte separadora de tal unión. Quizás los príncipes azules están obligados a casarse y ya prácticamente son a los únicos a los que vemos realizar este enlace, y, en cambio los príncipes de a pie, los rojos, tienen un miedo atroz y nada les obliga a hacerlo, ningún título nobiliario, ninguna corona de rubíes, ni la corona de España, ni siquiera la poderosa Commonwealth. Pero, una servidora que ya no hace volar palomas, pero sigue siendo soñadora, cree que la reeinvención haría feliz a muchos que conviven amándose pero que quizás les falta pasar por el altar, por no olvidar la fiesta de las fiestas, el “bodorrio”, que siempre viene después.


un regalo, bonita imagen de una pareja recien casada.