Son tantas las cosas que
te quiero decir. Tantas las veces que he empezado un post dedicado a
ti y nunca he podido terminarlo debido a la gran mezcla de
sentimientos e irracionalidad contenida. Pero hoy, si mis lágrimas
se comportan, quiero y creo que puedo conseguir escribirte.
Fuiste tú quien me animó
a escribir hace dos años. Tú encontraste lo que parece ser mi gran
pasión, mi vocación. Yo era una jovencísima loca enamoradiza y
apareciste de la nada, podría haber omitido el encuentro, pero no.
Fui a por todas de cabeza a un abismo del que aún no encontrado el
fin.
Luchamos de un modo
inhumano para salvar lo que era una relación imposiblemente
perfecta. Nos reímos, lloramos, bailamos y también nos equivocamos.
De una forma totalmente egoísta rompimos todas las normas para poder
estar juntos. Me arrepiento de no haber visto que no era tu momento,
que en esta vida no puedes forzar a nadie, que dejar fluir es la
respuesta adecuada. Pero soy tan cuadriculada, tan previsora, tan
irremediablemente Virgo que te ahogué y te perdí.
Sigo luchando en contra
mis lágrimas y el temblor que me provoca estar escribiendo tal bomba
de amor. Te pienso cada día de mi atareada vida, te amo a cada paso
que doy y maldigo no haberte conocido en otras circunstancias. ¿Soy
mala persona por haberme enamorado de ti en un momento inadecuado?
¿Debemos frenar nuestros sentimientos en ciertos momentos?
Quizás si hubiera puesto
fin antes de caer en tus perfectos brazos y tu enorme sonrisa, ahora
no estaría muerta de desamor. Pero estaría vacía de sentimientos.
Prefiero haber apostado por algo imposible y haber perdido, que no
apostar y no haber saboreado lo que es tener eterna devoción por
alguien, sentir que se corta el aire cuando nos miramos y ponerme
nerviosa aún ahora cuando me besas.
Quiero darte las gracias
por haberme empujado a que escribiera mi blog, por creer en mi más
que nadie en esta vida, por verme la chica más guapa, atractiva y
sexy del mundo, por reírte de mis ataques de locura. Gracias en
definitiva, por haberte enamorado de mí.
Pensar en ti ahora es
dolor, pero se trata de un doleur exquise como dirían en
francés. Algo agridulce pero exquisito, Una manzana ácida en una
ensalada. Eres ese punto de sal que da sentido a mi vida. Y sólo tú
sabes cuál es la medida.