Nací en la generación de las princesas Disney:
Blancanieves, Cenicienta, La
Bella durmiente... crecí en época de divorcios, amigos del
colegio sufrían la inevitable separación de sus padres. Mi adolescencia fue
atrevida, con mucha chispa y poco amor o más bien efímero. Y ahora que puedo
considerarme adulta aunque no reina de mi propia vida considero que el amor
está desapareciendo de nuestro mundo de forma precipitada.
Nos engañan haciéndonos creer que
los cuentos de hadas existen, que en algún lugar del mundo está nuestra media
naranja esperándonos y que por ley del destino algún día estaremos unidos.
Dejad que me ría del destino igual que la bruja malvada de blancanieves: el
amor eterno, las alianzas y los amantes perfectos han desaparecido, y me
permito teorizar sobre ello:
Hasta mediados del siglo XX
aproximadamente, los matrimonios eran de conveniencia y por lo tanto pocas
veces había amor en ellos. Este se encontraba fuera del lecho nupcial, era un
amor prohibido pero a la vez permitido. Todo el mundo lo sabía pero nadie lo
confesaba, ya que todos disfrutaban de él. Actualmente nos casamos con quien
queremos, sin obligación aparente alguna y esto nos hace libres, y un
ser humano libre es de lo más peligroso. ¡Qué barbaridad acabo de decir!
¿verdad? Pero puestos a barbarizar y gracias a la desaparición de la santa
inquisición me permito escribir libre y peligrosamente: ¿La libertad en el amor
provoca una pérdida de valor de este?
Nos es tan fácil enamorarnos,
casarnos, crear una familia y luego otra y otra que el amor verdadero pierde
fuerza hasta el punto que no sabemos ni como describirlo. ¿Somos tan ineptos
que tendremos que volver a los matrimonios concertados para sentir la esencia
que provoca la química sensación de las mariposas en el estómago?
Las grandes historias de amor
jamás contadas, fueron creadas en tiempos remotos: Sheakespeare, Danielle Steel,
Jane Austen…. ahora sólo sabemos hablar de redes sociales, economía y sexo.
Espero estar completamente equivocada, caer una vez más en el error de escribir
en estado de tristeza y abandono, pero siempre existe la vana posibilidad de
estar en lo cierto y acertar cuando digo que sólo existió el amor una vez y en
novela... este fue el gran amor prohibido: Romeo y Julieta. De la prohibición
nacen los más grandes sentimientos y de la libertad puede que las más atrevidas
equivocaciones.
Me considero amante de mujeres
independientes como la
Reina Isabel I, quién negó el matrimonio y sé caso con su
país, o Mademoiselle Chanel, la costurera más avispada de la historia. Dueñas
de sus emociones. Pero creo estar hecha de otra calaña, es posible que
me parezca más a Ana Bolena o María Antonieta, ambas con finales trágicos
debido a sus frágiles corazones. Sin embargo, princesas.
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