sábado, 8 de diciembre de 2012

Y sin embargo, princesas


Nací en la generación de las princesas Disney: Blancanieves, Cenicienta, La Bella durmiente... crecí en época de divorcios, amigos del colegio sufrían la inevitable separación de sus padres. Mi adolescencia fue atrevida, con mucha chispa y poco amor o más bien efímero. Y ahora que puedo considerarme adulta aunque no reina de mi propia vida considero que el amor está desapareciendo de nuestro mundo de forma precipitada.



Nos engañan haciéndonos creer que los cuentos de hadas existen, que en algún lugar del mundo está nuestra media naranja esperándonos y que por ley del destino algún día estaremos unidos. Dejad que me ría del destino igual que la bruja malvada de blancanieves: el amor eterno, las alianzas y los amantes perfectos han desaparecido, y me permito teorizar sobre ello:

Hasta mediados del siglo XX aproximadamente, los matrimonios eran de conveniencia y por lo tanto pocas veces había amor en ellos. Este se encontraba fuera del lecho nupcial, era un amor prohibido pero a la vez permitido. Todo el mundo lo sabía pero nadie lo confesaba, ya que todos disfrutaban de él. Actualmente nos casamos con quien queremos, sin obligación aparente alguna y esto nos hace libres, y un ser humano libre es de lo más peligroso. ¡Qué barbaridad acabo de decir! ¿verdad? Pero puestos a barbarizar y gracias a la desaparición de la santa inquisición me permito escribir libre y peligrosamente: ¿La libertad en el amor provoca una pérdida de valor de este?

Nos es tan fácil enamorarnos, casarnos, crear una familia y luego otra y otra que el amor verdadero pierde fuerza hasta el punto que no sabemos ni como describirlo. ¿Somos tan ineptos que tendremos que volver a los matrimonios concertados para sentir la esencia que provoca la química sensación de las mariposas en el estómago?



Las grandes historias de amor jamás contadas, fueron creadas en tiempos remotos: Sheakespeare, Danielle Steel, Jane Austen…. ahora sólo sabemos hablar de redes sociales, economía y sexo. Espero estar completamente equivocada, caer una vez más en el error de escribir en estado de tristeza y abandono, pero siempre existe la vana posibilidad de estar en lo cierto y acertar cuando digo que sólo existió el amor una vez y en novela... este fue el gran amor prohibido: Romeo y Julieta. De la prohibición nacen los más grandes sentimientos y de la libertad puede que las más atrevidas equivocaciones.

Me considero amante de mujeres independientes como la Reina Isabel I, quién negó el matrimonio y sé caso con su país, o Mademoiselle Chanel, la costurera más avispada de la historia. Dueñas de sus emociones. Pero creo estar hecha de otra calaña, es posible que me parezca más a Ana Bolena o María Antonieta, ambas con finales trágicos debido a sus frágiles corazones. Sin embargo, princesas.





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