domingo, 24 de octubre de 2010

el amor ¿mola?

Ayer por la tarde, sábado anhelado trabajando con mis compañeras en la tienda si no mas bonita, porque necesita una mano de pintura,  mas divertida de toda la Roca Village, en un momento de descanso, entre  polo y polo, una compañera me comentó que podía hablar de amor en mi blog, dijo; hablar de amor le “mola” a la gente.

Pues bien, aquí estoy yo hablando de amor. Sin embargo, estoy segura, que a la gente no es que le guste el amor, como quien se va a comprar su par de zapatos favoritos, no estoy de acuerdo en que el amor si se vendiera, sería un top 10 de ventas. El amor no gusta a la gente, sino que da morbo, es como una película de terror, la cual quieres ver porqué eres un poco masoquista y te gusta pasar miedo, pues este símil lo aplicaría al amor, nos encanta sufrir.
Luego están esas personas que creen tener muy clara la definición de amor y te sueltan la canción de que se trata de una palabra mayor, que estar enamorado es requetefuerte y difícil. No lo dudéis nunca, cuando alguien te está diciendo tal cosa, es que está perdidamente enamorado. Pero ¿Por qué se esconden? Si precisamente el enamoramiento es la fase mas apasionante de todo el drama que es el amor y mientras estás dudando  o luchando por creer que no lo estás, en realidad te estás perdiendo minutos de esta fase que dura un suspiro y poco más. En la tal fase, es cuando conviven el deseo y el amor juntos, es perfecta. Ya no sólo quieres lanzarte a los brazos de esa persona que te invita a volar, sino que además no te importaría presentárselo a tus padres, y no precisamente porque actúen como jueces en la relación, ya que se trata de una condena en la que tú  y solo tú debes juzgarte, sino porque en mi caso, presentar mi amor a mi madre es sinónimo de, “mira mamá que guapos serían mis hijos”, y a mi padre de “ le gustan los coches y tiene un buen trabajo, como tú!”  que se traduce sencilla y llanamente en, es el elegido y mas vale que os guste.

Pero, como bien dijeron alguna vez en una agradable conversación de bar y pasó a la historia de las grandes frases, cuando se trata de  amor nada está escrito, pero de algo estoy segura, siempre llega a todo el mundo, y digo llega, ya que muchas veces he salido a comprarlo y he vuelto a casa sin él, con las manos vacías, ya que el producto no me convencía y del mío habían acabado las existencias, en cambio, cuando he salido a por un pinta labios es cuando lo he encontrado, le he saludado y he tenido la tentación de dejarlo plantado y sentirme una súper mujer independiente y valiente, sin embargo,  ha quedado en simple tentación, ya que si algo tiene este sentimiento es que te rapta el corazón y te anestesia la razón.  
Qué ilusa he sido al intentar escribir sobre amor como si de un bolso de zara se tratara, cuando en realidad es un  exclusivo Birkin de Hermès  edición limitada, de piel de pitón y con lista de espera para conseguirlo, directo de París.

el amor. Birkin de Hermès.


miércoles, 20 de octubre de 2010

Redes sociales

Windows, gran palabra se le fue a ocurrir al señor Bill Gates cuando creó este sistema. Cada vez con mas frecuencia cuando nos levantamos por la mañana abrimos la ventana digital en lugar de la de nuestra habitación. Miramos el correo electrónico y nuestro preciado Facebook con mas atención que cuando abrimos el armario para ver qué nos pondremos o la nevera para preparar un buen desayuno.
En mi caso, esto es preocupante. No es que esté en contra de las grandes redes sociales y de los ventanales que internet te ofrece ni mucho menos, lo que me quita completamente de quicio es el coste de oportunidad. Me explico,  la cantidad de cosas que dejo de hacer, o que tengo que hacer de forma apresurada por culpa de haber estado demasiado tiempo “enchufada” delante de mi ordenador.  Si retrocedemos en el tiempo, observamos la rapidez con la que internet ha evolucionado y se ha colado en nuestras vidas,  ya no solo como un instrumento de búsqueda de información, sino como gran sustitutivo de las relaciones humanas de toda la vida. Las que nos obligan a salir de casa.  
Las redes sociales que me gustan son las que puedo tocar, me gusta poder conversar con un amigo y a la vez compartir con este un café, poderme reír con él y abrazarle si la situación lo requiere. En Facebook, puedo hablarle, verle, e incluso escucharle, pero por suerte aún no lo puedo abrazar.  Por favor señor Zuckerberg  ( creador  de Facebook) no invente nunca la opción “tocar” en su programa, sería la muerte de las relaciones humanas físicas y verdaderas. Sería el principio de muchas enfermedades tanto físicas, por no mover el cuerpo de una silla, como mentales, por las devastadoras consecuencias de convertirnos en seres “enchufados”.  Matrix dejaría de ser una película de ciencia ficción. Por suerte ahora ya tenemos la aplicación de Facebook para móvil, y por lo tanto podemos salir a la calle y seguir conectados. ¿Por suerte o por desgracia? No hay situación más paranormal que estar tomando un café con alguien, es decir, entablar una relación social de toda la vida y tener a esa persona enganchada a su IPhone o BlackBerry.  Si, ha salido de casa, pero lo único que ha cambiado ha sido el cable por la conexión inalámbrica. ¿Nos estamos volviendo locos?
Mark Zuckerberg, creador de facebook y fan de las chanclas de piscina de toda la vida

Es aquí cuando entra la  buena educación de cada uno. Salvando los casos en que el trabajo nos obliga a estar pendientes de internet, creo que es básico hacer un esfuerzo y dejar de un lado la ventana digital  cuando tienes la posibilidad de estar con alguien en directo. Debemos darnos cuenta que  las relaciones en directo enriquecen mucho más. No tenemos que perder de vista que Facebook no es más que la copia de una conversación de bar multitudinaria. Debemos hacer un esfuerzo y pasar a  cultivar los abrazos, los besos, las caricias, y las miradas.
Ahora sí, voy a hacer uso por enésima vez de Facebook para colgar este artículo, ¡menuda contradicción! Eso sí, acto seguido cerraré mi ordenador y le dedicaré tiempo a la ventana de mi habitación, todo el tiempo que internet le ha robado, pobre.
Súper abrazo en el Big Ben

sábado, 16 de octubre de 2010

Like a Virgin

Cuando era pequeña creía que ir a la moda, vestir bien, era ponerse  un vestido de “princesa”, cuanto más largo y brillante mejor. Mi armario tenía un espacio para la ropa de uso diario, y otro pequeño rincón reservado a los disfraces. Para mí, en aquel entonces,  una bolita con gafas de pasta redondas, enfundarme dentro del vestido de Cenicienta, me transformaba automáticamente en ella, de repente mis gafas desaparecían, mi pelo crecía hasta los pies y  unos ficticios zapatos de cristal estaban preparados para una noche de baile.
Ahora bien, ha pasado el tiempo, y en mi armario ya no están estos disfraces.  Sin que nadie nos obligue, producto del paso del tiempo y de la madurez progresiva, muy progresiva, apartamos todos estos sueños y fantasías de nuestras vidas.  Sin embargo, las mujeres mantenemos una viva: El deseo de volver a tener un vestido largo, pomposo y maravilloso para lucir y brillar como una estrella,  ese, es el día de nuestra boda. El problema está cuando los invitados a la fantástica boda, creen tener también el permiso de vestir como príncipes. Cuando el “se ruega etiqueta” se reinterpreta  y pasa a ser “se ruega disfraz”. ¿Por qué negar el haber disfrutado observando la salida de los novios & cia de una iglesia o ayuntamiento? Hombres con trajes color astronauta, niños sujeta-pétalos vestidos de marineros, señoras- botijo metidas dentro de un vestido a presión, o señoras-lámpara, con tocados y pamelas sólo permitidas en bodas Reales.  Y lo más espeluznante es el momento en que los simpáticos padrinos, grandes amigotes del novio, deciden sustituir los pétalos por granos de arroz, lo cual en más de una boda ha terminado con la intervención de los servicios sanitarios, ya sea porque algún fatal grano de arroz ha ido al ojo de alguien, o bien porqué a la novia le ha cogido un ataque de ansiedad fruto del estropicio que provoca el arroz. Por lo tanto, la paella mejor dejarla para celebrar los cumpleaños.
Hoy, paseando por un bonito pueblo costero, me he visto echándome encima restos de pétalos que había en el suelo delante de una iglesia. Me he imaginado ser esa princesa de cuento a la que le ha llegado su día, con unos preciosos zapatos de cristal y un vestido  de Viviene Westwood, como el de Carrie Bradshow en su primer intento de casarse con Mister Big en la película Sexo en Nueva York.  Me he dado cuenta de lo importante que es para una mujer el día de su boda, no sólo porque va a ser la protagonista del videoclip, sino porqué a partir de ese momento en la declaración de la renta va a marcar “casada” y dejar atrás “soltera”. Ya nada volverá a ser como antes. 

En mi armario ahora mismo no hay espacio para un vestido de boda, ya que en su lugar están montones de vestidos de fiesta, esos efímeros disfraces para mis noches de cuento fugaces en las que el palacio es una discoteca, el príncipe un bufón y lo único que se mantiene es la pista de baile. Sin embargo, ya tengo mis zapatos de cristal, esperando conjuntar con un vestido blanco algún día, y preparados también para afrontar los inevitables ataques de los granos de arroz, en la salida de una iglesia, por supuesto.

jueves, 14 de octubre de 2010

Jóvenes promesas

Barcelona, 15.20 de la tarde, restaurante Balthazar , menú diario a 9.80 euros  por cabeza, mi mejor amiga, dos antiguos compañeros de la universidad y yo. Los cuatro politólogos.  Por muy raro que os parezca, ser un politólogo no es un insulto, aunque pueda parecerlo. Hace cinco años,  yo y unos pocos iluminados más coincidimos en la universidad y nos disponíamos a estudiar Ciencias Políticas, cada uno de nosotros, algunos más modestamente, otros de forma totalmente abierta y fruto de nuestra prematura edad, queríamos gobernar el mundo, ser los futuros súper héroes que acabaríamos con las dictaduras, la corrupción e instauraríamos la paz mundial de una vez por todas, en resumen, Obama se inspiró en nosotros cuando elaboró el famoso “yes we can”.

Han pasado cinco años, y poco a poco, cada uno de nosotros hemos ido encontrando nuestro sendero, o el que creemos que es el nuestro. Durante la comida, no dejaba de pensar en el entusiasmo que mantenemos aún por hacer las cosas bien, por mejorar el orden ya establecido, me ha recordado a esas conversaciones que manteníamos entre clase y clase, mientras unos fumaban el cigarrillo, otros mordían el desayuno y  yo hacía ambas cosas.  Siempre había creído que alguno de nosotros llegaría muy lejos, y aún lo sigo creyendo,  no necesariamente el más inteligente, sino el más listo, con la sonrisa más grande de todas y las ganas de comerse el mundo, o mejor dicho, de gobernarlo.
Hoy me siento delante de dos de ellos, un rubio con unas modernísimas gafas Givenchy, el último grito en el mundo de la óptica, y un moreno  sin lentes que dice querer comprarse unas sin cristal, ya que le hemos provocado envidia con nuestras monturas  a lo Woody Allen.  Son jóvenes promesas, están dispuestos a dejarse la piel para hacer de Catalunya un país con una mayor cultura política, quieren prestigar la política catalana,  y yo les respondo que si ellos entran en ella ya habrán conseguido, como mínimo, hacerla más atractiva.
Yo y mi amiga continuamos observando, y de golpe nos vemos devorando nuestro plato y las bravas del centro de la mesa, mientras los dos figurines dicen quedarse sin hambre.  Uno me dice que los nervios le quitan el apetito, y no es por menos, está a punto de conseguir ser el diputado mas joven del Parlament de Catalunya, con tan sólo 24 añitos. El otro, persona admirable el cual me cuenta que estuvo a un paso de perderse y dejar los estudios, es un politólogo especializado en las nuevas redes sociales, nuestro genio en internet y nuevas tecnologías aplicadas al mundo político, un perfecto candidato para estar en mi pódium de triunfadores.

Acabamos de comer y sigo pensando en lo maravilloso que es tener a esas bellísimas personas cerca, las cuales han compartido contigo apuntes y tardes de estudio, y, ahora siguen contando contigo. Nuestro futuro candidato está muy seguro de sí mismo, pero quiere que estemos a su lado, y allí estaremos, porque el mero hecho de saber que nuestro apoyo es útil para él, ya nos hace grandes, nos hace sentirnos un 10% diputados.  Por otro lado, el rubio de gafas molonas, probablemente no sabe que con su cautela, y grandiosidad en las palabras, va a llegar muy lejos.  
Salimos del restaurante, mi amiga y yo caminamos hacia el coche una al lado de la otra y nos planteamos en silencio nuestro futuro, no podemos evitar envidiar el de nuestros compañeros, pero sabemos que el mero hecho de estar esta tarde con ellos, ya nos ha enriquecido, y aprendemos la lección una vez más. Luchar por lo que queremos, pero antes, ir a votar el  28N.

lunes, 11 de octubre de 2010

Yo también soy fan de las salidas de emergencia

La moda está en todas partes. Podemos ser fieles seguidores de tendencias en cuanto a la ropa que nos ponemos, pero al mismo tiempo también tener la casa decorada al último grito o llevar en una mano el I-pad y en la otra el último modelo del  never full de Louis Vuitton. Pero aunque parezca que los pantalones acampanados ya no vayan a volver y vayamos en pitillos el resto de nuestras vidas, vamos poco a poco descubriendo que los simpáticos acampanados siguen allí y volverán a triunfar, si no esta temporada, la que viene.
En cambio, en nuestras vidas, las cosas parecen no cambiar, no renovarse. Me explico. Desde que tengo uso de razón observo que la sociedad es monótona y disciplinada, las reglas del juego son muy sencillas: naces, creces, estudias, juegas a barbies o a pelota, te enamoras y te desenamoras, pero te vuelves a enamorar y entonces es cuando te casas, o bien, si queremos dar un toque moderno solo te juntas con esa persona sin casarte, sin embargo, allí estás, haciendo lo mismo, viviendo con alguien. Luego tienes hijos y aquí se repite la historia. Está claro que parece ser que esto funcione, que la sociedad en la que vivimos hace años y años que así funciona, ya que todo está preparado para que este modus vivendi sea exitoso.
Cuando eres un free rider y no quieres encajar en este patrón, ya que quieres cambiar un poco, hacer de tu vida una nueva tendencia, entonces eres un bicho raro. Alguien que no se ha adaptado como “todos”, un ser extraño que tiene miedo al compromiso, miedo a tener más responsabilidades, miedo atroz a sacrificarse por otra persona, en resumen un egoísta. Sin embargo, aunque yo sea una firme defensora de la familia, que siempre haya soñado  en tener un súper  marido que a la vez sea un súper papá, dos hijos y un perro, no puedo dejar de mirar a esas personas que van por la vía paralela, la tía soltera que nunca se casó, pero en cambio viajó toda su vida, conoció a mil personas y sigue viviendo y siendo feliz, haciendo el papel de abuela, pero sin serlo y pudiendo seguir durmiendo por las noches sin un llanto al que socorrer. Hay gente que se lamenta de esas mujeres que nunca tuvieron hijos, diciendo que es una experiencia que tiene que vivirse, única e insuperable, pero ¿ Por qué no lamentarse también de los pobres casados que nunca pudieron viajar? ¿Las pobres mujeres que tuvieron que dejar de trabajar a los 30 para dedicarse a hacer comidas, meriendas y cenas? No quiero parecer una free rider, ya que de momento parece que no lo soy, que voy  más bien por el camino católico y apostólico que me han marcado, pero sencillamente defiendo este savoir faire alternativo, esta gente  admirable que dice NO voluntariamente a una vida normal, al contrario de lo que piensan muchos, no se trata de una situación obligada, que son muy feos y nadie los quiere, o que son estériles y desgraciados. Son simplemente los hijos rebeldes de una sociedad estricta y disciplinada, pero con puertas de escape escondidas.
E aquí un dilema más por si no tuviésemos suficientes, coger o no la salida de emergencia hacia una vida distinta, esta es la cuestión.  Ahora bien, creo que la clave está en no obsesionarse, en ir viviendo y haciendo lo que a uno mismo le hace feliz,  y así ver cómo va resultando, ya sea siguiendo el estilo clásico que siempre funciona o una nueva tendencia arriesgada pero excitante. Sea como sea, siempre nos quedará el fondo de armario con camisa blanca y vaqueros rectos  si los nuevos colores flúor no nos sientan bien.



mi tía soltera y yo en uno de los muchos viajes


miércoles, 6 de octubre de 2010

Al cuerpo hay que forzarlo!

Cuando llega el otoño, es momento de la vuelta al cole, la vuelta al trabajo, la vuelta al levantarnos pronto y la fantástica vuelta al gimnasio. Cada año decido volver al gimnasio en septiembre, sin embargo, cuando llegan las navidades, no sé por qué motivo de causa mayor, he sustituido el gimnasio por el centro comercial, o por Cosmpolitan TV. Este curso, he decidido poner fin a tal aberración fruto de la más grasienta holgazanería, ¿Cómo? Apuntándome a clases, y por lo tanto, teniendo la obligación de ir. 
Hemos crecido con la ley del castigo, es decir, si en el colegio no hacíamos los deberes, nos ponían falta, si gritábamos a mamá, nos castigaban sin poder ver a Doraemon,  también en la vida de los adultos, con la diferencia que  los bancos cogen el relevo a los padres y profesores con las dichosas hipotecas:  si no la pagas,  te quitan la casa, los muebles, el coche y consecuentemente la respiración. Por lo tanto ¿Qué mejor que contratar a alguien para que te obligue una vez más?
Sin embargo, aquí entra la poca voluntad de la especie humana. Si siempre tenemos una pistola apuntándonos en la nuca con el fin de que hagamos las cosas, lo haremos todo, ya que no querremos que nos disparen, pero nunca podremos decir haber hecho algo  que requiere esfuerzo por nosotros mismos, sin la presión de nadie, a voluntad. Aun así, no toda la culpa es nuestra, vivimos en una sociedad pensada por y para gandules, estamos atados a unas reglas que nos obligan  intrínsecamente a tener poca voluntad, ya que todo es infinitamente fácil; ¿quieres una pizza? Llama por teléfono  ¿perder unos quilos? Cómprate un vibratronic, ni se te ocurra salir al mercado a comprar productos para elaborar tu propia pizza ni mucho menos levantar el trasero, ponerte las bambas y salir a correr. Bienvenidos al progreso, o mas bien a la era “standby”, “salir de casa me sienta mal”,  pero eso sí, a la moda, con un Blu ray y un televisor Sony  bravia de última generación.
Obviamente no se trata de generalizar, conozco personas a las que admiro, que no se rinden nunca,  con un espíritu no sólo luchador, sino triunfador, ya que se proponen retos y los consiguen, eso sí, a base de haber luchado antes contra la pereza y  sacrificado ciertos placeres mundanos que muchos no seríamos capaces de ignorar. Este es mi caso, ¿sacrificar un mes sin comprarme nada para poder ir de viaje el mes siguiente? Negativo, el resultado es comprar y el mes siguiente viajar, y el tercer mes? no salir de casa, este es mi castigo. Y, una vez más este curso he sido fiel a mi ley y me he dado cuenta cuando mi entrenadora de aquagym me ha dicho: “tu me pagas para que yo te putee” y efectivamente así es, ya que una, nunca se va  a “putear “ a sí misma.  

deliciosos placeres momentáneos...

...o  tener un cuerpo de vértigo ( adriana Lima), espectacular.

¿Qué elegís?

sábado, 2 de octubre de 2010

Mocasines rojos

Sábado noche, estoy en casa, ¡sorprendentemente!,  y más aún  para los que me conocen, estoy delante de mi portátil, un sábado a las 10 de la noche! Y no es precisamente para apuntarme  en el último momento a la lista de alguna discoteca, es porque no tengo plan alguno. Tan sólo contemplar mis nuevos mocasines rojos. Me planteo querer un hombre a mi lado, alguien especial para estas noches de soledad.
Mi vida, mi propia historia… se podría comparar con un electrocardiograma; subidas y bajadas, corazón a tope, corazón lento, corazón acomodado, corazón cobarde… y así una línea infinita dibujando una sierra de picos y valles.
Prácticamente desde que descubrí mi adicción a los hombres a los 14 años besando al chico mas guapo del instituto, no he parado nunca de conocer a hombres,  primero fueron “ yogurines”, ¡qué fantásticos ellos!,  con el pelo planchado hacia un lado, los pantalones por debajo del trasero y los polos Ralph Lauren ultra cortos  y con el cuello subido, eran la última tendencia, por no olvidar la mítica sudadera Rams 23 y los calzoncillos Calvin Klein a la vista! Las chicas de mi edad no podemos negar el hecho de haber suspirado en algún momento por estos niñitos encantadores, tan inocentes, tan tiernos! Pero de pronto,  un cambio de aires y una pequeña subida de humos por mi parte, hicieron que los yogurines supieran a caducados y estrené nuevo look con los universitarios. Ese género de hombre me robó el corazón. Para mi eran hombres con carpetas y bolígrafos, ¿su mejor momento? cuando estaban atentos a las palabras del señor decano, y tu desde el otro lado de la clase te los mirabas ajena a todo. Mi mundo estaba dedicado a ellos, los universitarios, a poder ser, altos, guapos y de Barcelona.
Sin embargo, el balance después de cuatro intensos años de carrera ha sido cero, un cero de color morado que te cae encima desde el cielo y te aplasta como el piano de cola al guapo George Clooney en el anuncio de Nespresso, what else? Eso es lo que yo me preguntaba ¿ Qué más después de los universitarios?  La respuesta fue una  jungla llena de depredadores dispuestos a vender sus cuerpos pero no sus almas, fantástico al principio pero trágico al cabo de tantos cuerpos.
El estudio de mi electro-vida-grama, me ha hecho caer en la cuenta de la ausencia de momentos de soledad, soledad positiva, es decir, aprender a estar conmigo misma, notar mi propia compañía. A lo mejor esto es lo que necesito, un sábado noche en casa, rodeada de libros como “el secreto”, “feng shui”, una película feminista y un vibrador en la mesita de noche. O a lo mejor no, ya que creo estar segura de que siempre es mejor la compañía humana, y por lo tanto voy a seguir con la búsqueda de ese alguien que, si no hoy, el día más recóndito,  me hará salir de casa y apartar mis miedos a estar sola, sola con mis mocasines rojos recién comprados.
Fantásticos mocasines de Victor & Rolf,
colección primavera-verano 2011.