lunes, 6 de junio de 2011

Lo viejo, lo antiguo, lo bello

Hace tres años viajé a Florencia y visité por primera vez una tienda dónde vendían artículos vinatge, en otras palabras, objetos usados que tenían más de veinte años de antigüedad. Estaba emplazada en un callejón pintoresco muy cerca del famoso ponte Vecchio, también conocido por el puente de las mil joyerías. Era una tienda pequeña decorada de forma exquisita y regentada por una joven con gran encanto y su perro, un fantástico carlino mini. A parte de enamorarme del perro, me enamoré de Pitti Vintage en conjunto, ese era el nombre de la tienda.

Pitti Vintage, una pequeña tienda con mil objetos, tanto ropa de mujer, como de hombre, muebles antiguos, peines, zapatos, bolsos, pitilleras, licoreras... allí se encontraba el verdadero armario de Maria Antonieta. Hasta ese entonces yo no era fanática del segunda mano, me parecía un tanto sucio o rastrero llevar ropa u otros atuendos ya usados por terceras personas y tener que pagar por ellas muchas veces el doble de su precio original. Sin embargo, al probarme una capa de principios del siglo XX, muy caperucita roja, me di cuenta que al contrario de lo que había pensado hasta entonces, comprar vintage da una segunda oportunidad a esas prendas que creyeron morir con su primera dueña. 

La targeta de Pitti Vintage, un recuerdo


Han pasado tres años desde que pisé Pitti Vintage, con una crisis económica de por medio, que ha ido de la mano de una crisis de valores, y cada vez son más las personas que convierten lo viejo en algo antiguo, y lo antiguo en algo bello, ¿ será debido a la falta de dinero qué decidimos reciclar y amar lo viejo? Está claro que es una mezcla de nostalgia y nuevas sensibilidades pro reciclaje. Hemos pasado por tantas innovaciones a tantos niveles, novedades tecnológicas, también en medicina, en modus vivendi... que de golpe nos entra una crisis de existencia y miedo atroz a no convertirnos en pen drives o en humanos pixelados y decidimos hurgar en los baúles de nuestros antepasados, los que escribían cartas a mano y las mandaban por correo, los que llevaban sombrero y bigotes y las que hacían faldas de cortinas e incluso sabían coser, con la intención de recuperar nuestro otro yo, el que no tiene disco duro sino cerebro. 

En busca del baúl perdido ( anuncio de Louis Vuitton)


En mi opinión, este es un gran momento, ya que damos valor a lo pasado pero también a nuestros Ipads, blackberrys y no podemos vivir sin conexión a Internet. Quizás la crisis de valores nos ha ayudado a recuperar nuestras raíces, lo que merece la pena recuperar y mantener a nuestro lado, y todo ello sin huir del progreso y la innovación. Y de este modo, con la ayuda de un coche híbrido, un navegador GPS y la dirección de Versalles puesta como destino, podemos disfrutar de un bonito paseo por los jardines del palacio de Versalles, diseñados por André Le Nôtre, el famoso arquitecto paisajista de la era Luis XIV, y coger ideas para poder aplicar a nuestros hogares mientras twitteamos donde nos encontramos y al minuto todo el mundo puede acceder a una pintoresca foto nuestra en los jardines de palacio. Quizá se trate de esto, con unas prendas vintage y un smartphone en mano, convertirnos en las Maria Antonietas del siglo XXI. 


¡Maria antonieta con converse!*

¿Maria Antonieta del siglo XXI?* 


*fotogramas de la película Maria Antonieta, de Sofia Coppola

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